Intenté casarme, pero no encontré novio

ASÍ SON LOS MATRIMONIOS EN JULIACA PUNO

Al ser agosto el mes caliente en el mundo andino, la fiebre de los matrimonios contagia. Los regalos, la fiesta, las fotos y la diversión son alicientes para contraer nupcias y aún más, por encontrarnos en un año par. Pretender casarse en Juliaca no sólo puede costar un dinera; por estar expuesto al que dirán, muchos se endeudan e hipotecan sus casas para guardar apariencias. Y yo aún no tengo novio.

Paty Condori Huanca

Veo y nuevamente admiro a esta ciudad, llena de costumbres, gente trabajadora y muchas otras cosas más, que la hacen única. En los programas de televisión, se ventilan fiestas de matrimonios, cumpleaños y otras festividades; la gente derrocha dinero y alegría. Así como uno trabaja más de 18 horas diarias, también gasta y goza al ritmo de las melodías de las agrupaciones musicales del momento. Me animó a buscar novio, para tener una fiesta de matrimonio.

Es el primer sábado de agosto y, desde las primeras horas, la gente se traslada desde sus viviendas al salón de belleza. Las novias quieren verse lo más bellas posible, porque para la mayoría, es el día más importante de su vida. Desde pequeñas, de seguro, que soñaron casarse de blanco con el ser amado y vivir con ellos hasta viejitos.

Desde mi ventana veo a mis vecinas que salen bien vestidas, son cerca a las 7 de la mañana. La tarjeta de invitación llegó a mi vivienda haces dos semanas, pero el anuncio de la boda ya lo habían hecho con un año de anticipación. Ella no quería casarse en un año impar, porque aunque podía hacerlo, sus padres aymaras y sus suegros quechuas le habían recomendado que era mejor hacerlo en un día par, del mes de agosto y que mejor en un año par, y, así fijó la fecha de su matrimonio: 2 de agosto del 2008.

Días previos, sus familiares llegaron con unas 20 ovejas, costales de papa, verduras y otras cosas para cocinar el almuerzo de la boda, eso supuse. Los compadres y ahijados de la madre de la novia llegaron con ollas, asaderas y otras cosas para preparar la comida. Mi vecina dijo que no necesitaban de ayuda, porque en un momento me dio curiosidad e intenté llevar mi cuchillo para pelar las papas y hacerla mi ayni, “cuando me case ella también vendrá a pelar mis papas”, pensé; pero, ya había mucha gente y sólo atiné a regresar a mi habitación.

La boda había sido programada para las 7 horas, porque un día me contó que sus padrinos de matrimonio le habían sugerido casarse a esa hora, para luego disfrutar del tiempo en el mirador de Caracoto, lugar a donde suelen ir los recién casados con sus familiares cercanos y posar para las fotos del recuerdo.

Desistí levantarme tan temprano para cambiarme e ir a la boda y ser una de las víctimas de los ladrones que aprovechan el tumulto de la gente, para robar las cosas, en momentos cuando los novios salen de la iglesia. Pero luego, emocionada, tuve que vestirme y arreglarme para ser testigo de la unión matrimonial de mis vecinos. Cogí un puñado de arroz y azúcar blanca y la mixtura blanca que mi mami había comprado hace un par de semanas, ella siempre lleva éstos tres ingredientes, para echarlo a los matrimoniados, dicen que es de buena suerte.

Cuando los esposos salieron de la iglesia Santa Catalina, al cuidado de mis cosas alcé mi mano y eché la mixtura, el arroz y el azúcar. Mi vecina no me escuchó por el sonido de los mariachis, ni tampoco me vio, porque apenas podía retirar la mixtura de su rostro. En ese momento me pareció algo raro no ver a los integrantes de las bandas musicales y a los sikuris, como en décadas anteriores. A mi interrogante, la gente aseguró que el momento exigía a los mariachis, los otros ya había pasado de moda. Me sorprendí.


Al salir, el grupo se trasladó a pie hasta el local del municipio que está a sólo una cuadra. En el transcurso, aprovecharon para tomarse unas fotos en la pileta de agua de la plaza de Armas, con el fondo de la iglesia. A un triciclista no se le ocurrió mejor idea que vestir a su vehículo de blanco tul y, los novios se animaron a abordar a la unidad y éste recorrió los alrededores de la plaza.

En el Salón de Convenciones, el funcionario del municipio ya anunciaba sus nombres, detrás de ellos habían como once, puesto que tuvieron que casarse con esta cantidad de tortolitos, para que su boda les salga algo económico. En el local, sólo tuvieron que estar unos 10 minutos y éste les dijo; los declaro marido y mujer, el novio puede besar a la novia y, con ese beso ambos se juraron amor eterno. Me conmovió demasiado, me puse a imaginar cómo sería el día de mi boda, aunque en ese momento a mi costado sólo estaba gente desconocida y no el príncipe azul soñado.

Luego se tomaron tantas fotos con sus familiares y otros extraños. Al salir abordaron el carro adornado de flores y se dirigieron al mirador. Junto a los invitados tuvimos que acomodarnos en un carro que pasó por el lugar, para dirigirnos al local que alquilaron para el evento.

En salón la mayoría mis acompañantes era gente mayor. Los jóvenes como yo, de seguro que aún yacían adornándose para asistir a la fiesta de matrimonio y, entonces aproveché el momento para ir al Túpac y buscar el regalo, porque por quejas que otros casados, en la puerta de los locales podía comprar un regalo imperfecto. Luego de mucho buscar, lo hallé y regresé.

Al ingresar, me di con la sorpresa que los esposos ya estaban bailando el danubio azul, antes no me había dado cuenta de qué grupo estaría en la fiesta; a esos artistas los había visto por la TV y oído sus canciones en las radios. En ese momento hablaron que habían dos agrupaciones más. Me pregunté ¿Con quién podría bailar toda la fiesta?

Luego del brindis, el animador llamó a la jovencitas solteras para jalar la cinta de la torta y fui. Para mi buena o mala suerte, fui quien la que cogió la cinta que tenía el anillo. En ese momento fui el centro de atención, me sonrojé, pedí permiso para ir al baño y al mi regreso ya estaba un jovencillo quien me esperaba. El animador dijo que yo sería la próxima en casarme, eso aún más me ruborizó. Luego de bailar el casarasiri, me senté y luego almorcé un picante.
Al degustar la suculenta comida, los mozos bailaron con unos lechones en la cabeza al son de la morenada. Luego, los padrinos hicieron la entrega de los regalos. Los mayores o los que escogieron los padres del novio regalaron 10 cajas de cerveza y un juego de comedor. Los padrinos de aros o los elegidos por los padres de la novia fueron más hábiles, se lucieron y dieron un juego de dormitorio, 10 cajas de cerveza y además colocaron 100 dólares a cada ahijado. Los padrinos mayores se sintieron relegados por ese acto; pero, ya había pasado su oportunidad.

Luego, luego se avizoró una cola de familiares, quienes con sillas, mesas, reposteros, cómodas y otras cosas voluminosas yacían al frente de la mesa de los recién casados, quienes antes se cambiaron de ropa. Los familiares de ambos novios demostraban su prosperidad y, enfilaron cajas de cerveza Cusqueña, por el estatus, de seguro.

Luego, fuimos los invitados, quienes llevamos aparte de regalos, cajas de cerveza, ellos iban a ser mis primeros aynis. Al llegar a la mesa entregué mi regalo envuelto, mi vecina me devolvió una caja de cerveza Brahma y adornó mi cuello con un recordatorio. A los otros que les dieron regalos y más de dos cajas de cerveza les devolvió una caja de cerveza Cusqueña.

Horas más tarde, el recinto aparentaba ser un local de fiestas populares. En los dos estrados ya se había acomodado los grupos, una folclórica del momento y un grupo boliviano que hacía zapatear a los mayores. Luego de beber la cerveza con una amiga que hice en el momento, regresé a mi casa. Ese día no pretendía embriagarme hasta las patas y caer en llanto, por lo sensible que me puso la fiesta.

Las cotizaciones
En los días posteriores, me aventuré a cotizar los precios y saber cuánto podría demandar los gastos para una fiesta. Judi que es la cuñada de mi hermana me contó que lo que había visto, era poco.

En dos horas de conversaciones, me dijo tantas cosas que me sorprendía de lo que podría significar la fiesta; no mentía, eso lo había escuchado también de otras bocas. Así, que decidí ir a lo lugares que ella me indicó, la búsqueda no sólo bastó un día sino casi todo el transcurso de la semana.

El primer lugar al que me dirigí fue al municipio de San Román y, luego de hacer una cola con 10 parejas delante de mí, el jefe de Registro Civil, Juan López Camargo, quien estaba cabezón por la cantidad de expedientes que tenía que revisar, me atendió cortésmente. Antes había escuchado que éste, luego de solicitar los requisitos, les preguntaba si de verdad querían casarse. A algunos se les notaba callados y otros rápidamente respondían que sí.

En un primer momento, no dije que era periodista, así que me pidió muchos requisitos que a una la desanimaban de casarse. Los documentos debería conseguirlos con unos tres meses de anticipación; como el certificado da salud de ambos ¿cuáles ambos me preguntaba yo? y sólo reía.
Para no demorar al funcionario, saqué la credencial. Todo bonachón éste dijo que las cifras de cuántos se habían casado en los años anteriores podía conseguirlo para el día siguiente y así lo hizo.

La mañana del día siguiente me mostró las cifras. En agosto del 2006 un total de 97 parejas se habían unido. Ese mismo mes del 2007 el número se redujo a 37. Empero, para este año, sólo hasta la fecha ya habían 109 solicitudes de matrimonio. Me recalcó que en agosto no siempre se casan más, sino diciembre era el mes, en el que se incrementaban las uniones formales.

El precio de la unión no incomodaba a la gente; para ser marido y mujer se tiene que pagar 185 nuevos soles y hacer los otros trámites, siempre en cuando la unión sea comunitaria; es decir, más de 6 bodas al día en el local del municipio. De no ser así, uno debe de pagar 328 soles y los gastos por anuncio del edicto matrimonial.

Le pedí que me contara cuántas veces no pudo casar a los novios y éste respondió que sólo pasan unas tres veces al año. “Es raro, pero una vez un chibolo plantó a su novia en la iglesia y sus familiares me avisaron del hecho. Dicen que la novia salió corriendo y en un mar de lágrimas”, adujo. Eso me asustó, si me pasaría algo así, sería el hazme reír de todos, aunque no sé como lo tomaría. Tendría que encontrar a una persona que me quiera mucho, mucho, aunque creo que eso no sucederá.

No puedo cómo continuar así que nuevamente recurro a Judi, le pido una lista de cosas que debo de ir a consultar, ella me anota detalladamente.

Primero debo de ir en busca de los padrinos. A ellos debo de llevarles cajas de cerveza en número par. Fruta valorizada en 100 nuevos soles, unos 6 quesos, un degollado de cordero, dos paquetes de gaseosas de marca prestigiosa, vino, jugos de durazno y otras cosillas más que se valorizan en menos de mil nuevos soles.

Éstos en cambio han de darme regalos lujosos, los que serán bien vistos a los ojos de mis posibles invitados. Los padrinos de aros gastarán más porque pueden comprarme anillos que van desde los 40 nuevos soles a los mil nuevos soles. Así coticé en la joyería El Cuarzo, empero, el gerente me dijo que sólo podían regalarme los de 10 gramos de oro, los padrinos mineros, eso me levantaría de status.

En un templo del centro de Juliaca, aseguraron que para casarme tenía que acudir con varios meses de anticipación. Si me casaba un sábado, podía gastar 150 nuevos soles; pero si desebada casarme en un día particular, tenía que invertir el doble. El adorno del arco de flores, la campana y todo ello, según la comerciante de flores, está valorizado en unos mil nuevos soles.

La ropa era otro inconveniente, para el novio del que no sabía cuanto medía, ni cuanto pesaba, también le hice un presupuesto. La administradora de textiles América dijo que podía comprar unos tres metros para el terno. El metro de tela Barringtone costaba 87 nuevos soles, es el material que mayor demanda tiene, dijo.

El sastre de confecciones Mega me informó que podía coser el conjunto de dos piezas, en tres días al precio de 260 nuevos soles. La camisa cuello paloma de una marca reconocida costaba 70 soles, ese está de moda. Los zapatos unos 80, la corbata 15 y otros gastos.

Mi ropa sería más costosa. El vestido está entre los 500 a más, dependiendo la calidad de la tela y el modelo. Mis zapatos color perla valdrían entre los 60 soles, mis joyas algo más de 120 y el traje para cambiarme, pollera o saco y falda, valorizados en unos 500 soles. Mi peinado y maquillaje 50 nuevos soles.

Si mis invitados sobrepasarían los 200, entre los integrantes de las orquestas y la banda musical, entonces tendría que alquilar sillas. Por ello, fui al centro y entre a una tienda muy bien adornada, allí me dieron una pro forma y, como para animarme me convidaron una tajada de torta. El alquiler de sillas valdría un nuevo sol cada una, y adornadas el doble. La mesa con 8 sillas 30 soles, el ciento de platos 35, el ciento de cristalería 30.

Cada mozo vendría por 50 soles, los vigilantes por 60 y los barman quienes bailan de manera graciosa con un cerdito en la cabeza y sirven las bebidas alcohólicas por 450 nuevos soles. La torta de 10 piezas entre 520 y 650, dependiendo de los adornos y la calidad de masa.

Pero si no quería cocinar y todo ello, tendría que pagar por plato desde los 20 soles hasta más de los 25, que incluye una porción de pastel de papa, ensalada de apio, rocoto relleno y presas de pollo o cerdo. Ya me asustaban los precios. 200 invitados por 25, cinco mil soles en comida.

Luego, en busca de la música recurrí a los cds piratas y al anotar los números de contrato me atiné a llamarlos. Los Puntos, La Miel, La Primerísima y Destino Perú ya no podían ser los que le den música a mi fiesta; ya estaban contratados, y sus tarifas sobrepasaban los 2 mil nuevos soles por fiesta. Las bandas musicales de 30 personas piden más de 2 mil 500.
Las tarjetas y recuerdos valen entre 50 a 210 el ciento, dependiendo a la calidad.

El local que había visto por la tele, no estaba disponible, ya se me hacía otro inconveniente. Igual pregunté, el alquiler en los días sábados estaban sobre los 3 mil 500 nuevos soles. Otro que no agradaba, que costaba menos caro, también ya había sido alquilado.
La dueña del ambiente, me miró y me dijo que desconocía de muchas cosas. “Se alquila con un año de anticipación, señorita”, dijo, luego señalé que volvería en el 2010 y, aún no se con quien y me río. Pero si me casara este año, tendría que tener entre mis manos 20 mil nuevos soles, por lo mínimo.

Empeñan cosas por las fiestas
Luego de conversar con unos amigos, me di con la sorpresa que mucha gente que pretende casarse y quiere demostrar poderío, no sólo realiza la fiesta con su dinero. Otros que han traído a cantantes vernáculares del momento e invirtieron más de 5 mil dólares. “Esta semana vendrá el Grupo 5 para el matrimonio de la hija de un ex candidato a la alcaldía de Juliaca. No se sorprenda, los laneros, los mineros y los potentados se lucen en las fiestas, aunque les cueste un ojo de la cara”, me dice una señora muy reconocida en Juliaca, la tierra que tantas sorpresas trae en cada festividad. Creo que por agasajar a mis invitados contrataría a grupos de Huancayo, para bailar huaylas, aunque sin hipotecar mi casa, aunque aún no la tengo.

En las casas de prestamistas, están empeñados vehículos, títulos de propiedad y otros bienes, que fueron dejados por sus dueños. Los usureros aseguran que son los novios, quienes dejan en garantía sus bienes, para pasar la fiesta a lo grande. Otros recurren a los bancos. No en vano que en el mes agosto se goza y se gasta por apariencia.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Paty Felicitaciones , he leido casi todos los artículos de su blog me parecieron muy interesantes. Muchos éxitos en su vida profesional, familiar y en todos los proyectos que emprenda. att. Javier desde Arica - Chile
Joseph Lora ha dicho que…
la leeré en otro momento Paticita... ahora estamos atareadoes eh??? saludos desde juliaka...!!! JEJEEE
Ronel ha dicho que…
Bonita tu crónica tía Paty... así que tendré que trabajar como negro para casarme, pero creo que valdrá la pena disfrutar ese momento único...saludos

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