El cole: NO HAY NO PUEDO PARA UN ENCINIANO
El cole: NO HAY NO PUEDO PARA UN ENCINIANO
Bien dicen que el colegio es una época inolvidable, uno lo va comprobando en las aulas superiores. Los más bellos momentos la pasé al lado de mis compañeras, en número de 55, con las que compartíamos un salón un poco frígido.
Las celebraciones por las Bodas de Oro del cole, supongo que al igual que a ustedes les hace retroceder en el tiempo y los lleva a recordar cuan feliz se estuvo en ese tiempo y más aún en las horas de recreo. Eso no quiere decir que no me gustaba el estudio, era bien chancona jejejeje,-eso quiero creer-
Confieso que casi rompí en llanto el día del pasacalle. Era un viernes y había adelantado en mi trabajo, para retornar temprano a Juliaca, pero por más que intenté ese día hubo muchas cosas a diferencia de los días pasados, así que a quedarme.
Cuando llegué al Túpac, una caravana de chicos impedía el paso de los vehículos. Mi “combi” no podía continuar y así que paró. Quería retornar al cole después de abrigarme, pero me quedé, baje y luego me acerqué. Al verlos tan contentos al son de los sikuris, mis lágrimas caían de mis ojos por la emoción.
Al toque saqué mi cámara. Y empecé a fotografiarlos. Todos estaban muy felices bailando. Jóvenes, adultos, gente que muy orgullosa entonaba cada canción que, supongo, había aprendido en las audiciones radiales.
Y allí los vi. Eran Walter Poma y dos chicas de la B. porque en esa sección estudiaban. Me jalaron para bailar y darnos unas vueltas, pero preferí seguir tomando fotos. Toda no salieron bien, pero igual algunas estás buenas.
El recorrido fue muy corto. Sólo duró al menos media cuadra, porque todos, unos cien, pararon en el pasaje Grau. Allí los vecinos no se enojaron por la bulla que hacíamos, gritando vivas la u la u la uuuuuuuuuu y así.
Recuerdo a una señora que aplaudía desde su ventana, estaba muy alegre. Era muy mayor, pero su sonrisa parecía a la de una quinceañera. Otro vecino junto a sus hijos se contagiaban con la presencia de los chicos del cole quienes transmitían su alegría mediante sus canciones.
Al día siguiente, tuve que ir un poco tarde al concurso de danzas. Ese día enterrábamos a una compañera de trabajo que también había estudiado en el cole.
La entrada tenía el precio de dos nuevos soles. La gente hacia colas, no saqué mi credencial y también tuve que pagar. Pero dentro no había espacio para mirar el concurso, así que tuve que sacar mi credencial. Prensa, prensa dije y se me abrieron los pasos. Aproveche para ver desde dentro la festividad. También para tomar fotos que luego fueron publicados en un medio impreso.
¡Cuánta gente había! Todo era un mix. La gente hasta se había subido al techo donde se ubica el laboratorio. En abajo eran miles los que impedían el paso de los espectadores. Yo me paseaba por el escenario toda campante, pero trabajando, por supuesto.
Hasta me di el lujo de subirme al estrado del jurado para tomar una buenas fotos, pero el tiempo no me favoreció, era ya casi de noche.
Allí arriba me encontré la profesora Elva, la profe Evangelina, el auxiliar Céspedes. Taba muy emocionada. Mi cole de cumpleaños. Y mis amigas ni se aparecieron.
A las otras celebraciones no pude ir por el trabajo. Pero tuve que enfermarme para ir al desfile. No me había cambiado bien bonita, así que preferí quedarme a tomar fotos.
Antes, me di una recorrida por donde estaban los chicos –encinianos- quienes estaban a una cuadra tomando cerveza y otros buscando a sus compañeros de promoción. Me había arrepentido de haber venido así, tan informal como para poder desfilar, pensé que me podría decir mis profes, pero luego, pensando en ustedes me tenía que ir a tomar las fotos.
Fue emocionante. La gente expulsaba vibras de alegría. Supongo que era fascinante ver a gente de 5 décadas desfilando por el aniversario.
Eran las 12 y 30 cuando había empezado el desfile. Los primero en aparecer fueron los integrantes de la banda, con la dirección del profe Aguirre, quienes se ganaron los aplausos de la gente que hizo un muro por más de una cuadra.
Poco a poco se parecían los encinianos. Primeros los actuales docentes quienes elegantemente vestidos marchaban por la calle al frente del municipio de la plaza de Armas. Ahí estaban muchos. Como el profesor Cirilo que era tan, pero tan exigente y otros más –si sigo nombrando a todos se aburrían-, luego los que ahora ya forman parte de la promoción Bodas de Oro.
Una bandera roja indicaba el inicio de los ex alumnos. Se veían tan contentos y orgullos los ex alumnos. Había gente muy reconocida, como el integrante de la Ocma Hernán Layme, el consejero regional Ángel Zapana, otros empresarios muy prestigiosos, ex autoridades, e incluso un periodista muy desenfocado que no me cae muy bien que digamos, ni se en que medio trabaja.
El recorrido se prologó por más de una hora y media. En esta se vio la presencia de un trío, es decir un papa enciniano con sus dos hijos encinianos que llevaban un banderín. Me alegró mucho verlos. Ellos acompañaban a su papá, que bonito fue.
Ya eran cerca de las 2 de la tarde y ya se avizoraban las últimas promociones. Era una lástima ver banderines sin delegación. Incluso mi promo, la 98 no estaban ahí desfilando. En ese momento casi caigo en llanto. Quise ir y así, toda huachafa, desfilar, pero ya era un poco tarde.
Al finalizar sólo atiné a comprar un libro, del profe Benito Mamani, que titula: NO HAY NO PUEDO PARA UN ENCINIANO. Me fui caminaod y llame a Walter Poma, quien estaba un poquito mal de salud y por ello no pudo venir a desfilar. La señorita que me alquiló su celular para hacer la llamada me preguntó si era del cole, y le dije qque si. Ahí ambas entablamos una conversación y vaya, amabas habíamos sido de la promo 98. se emocionó mucho cuando paso por ahí la banda del cole, de los ex alumnos.
Bueno creo que les conté algo poco. Seguro nos sacaremos un poco de tiempo para esta campaña del libro. Sería bueno implementar la biblioteca. Sería, la mejor herencia.
Chau chicos. Ya me tengo que ir a dormir. Colgaré las fotos en mi blog, en uno de estos días.
JULIACA, 7 de junio de 2008
Bien dicen que el colegio es una época inolvidable, uno lo va comprobando en las aulas superiores. Los más bellos momentos la pasé al lado de mis compañeras, en número de 55, con las que compartíamos un salón un poco frígido.
Las celebraciones por las Bodas de Oro del cole, supongo que al igual que a ustedes les hace retroceder en el tiempo y los lleva a recordar cuan feliz se estuvo en ese tiempo y más aún en las horas de recreo. Eso no quiere decir que no me gustaba el estudio, era bien chancona jejejeje,-eso quiero creer-
Confieso que casi rompí en llanto el día del pasacalle. Era un viernes y había adelantado en mi trabajo, para retornar temprano a Juliaca, pero por más que intenté ese día hubo muchas cosas a diferencia de los días pasados, así que a quedarme.
Cuando llegué al Túpac, una caravana de chicos impedía el paso de los vehículos. Mi “combi” no podía continuar y así que paró. Quería retornar al cole después de abrigarme, pero me quedé, baje y luego me acerqué. Al verlos tan contentos al son de los sikuris, mis lágrimas caían de mis ojos por la emoción.
Al toque saqué mi cámara. Y empecé a fotografiarlos. Todos estaban muy felices bailando. Jóvenes, adultos, gente que muy orgullosa entonaba cada canción que, supongo, había aprendido en las audiciones radiales.
Y allí los vi. Eran Walter Poma y dos chicas de la B. porque en esa sección estudiaban. Me jalaron para bailar y darnos unas vueltas, pero preferí seguir tomando fotos. Toda no salieron bien, pero igual algunas estás buenas.
El recorrido fue muy corto. Sólo duró al menos media cuadra, porque todos, unos cien, pararon en el pasaje Grau. Allí los vecinos no se enojaron por la bulla que hacíamos, gritando vivas la u la u la uuuuuuuuuu y así.
Recuerdo a una señora que aplaudía desde su ventana, estaba muy alegre. Era muy mayor, pero su sonrisa parecía a la de una quinceañera. Otro vecino junto a sus hijos se contagiaban con la presencia de los chicos del cole quienes transmitían su alegría mediante sus canciones.
Al día siguiente, tuve que ir un poco tarde al concurso de danzas. Ese día enterrábamos a una compañera de trabajo que también había estudiado en el cole.
La entrada tenía el precio de dos nuevos soles. La gente hacia colas, no saqué mi credencial y también tuve que pagar. Pero dentro no había espacio para mirar el concurso, así que tuve que sacar mi credencial. Prensa, prensa dije y se me abrieron los pasos. Aproveche para ver desde dentro la festividad. También para tomar fotos que luego fueron publicados en un medio impreso.
¡Cuánta gente había! Todo era un mix. La gente hasta se había subido al techo donde se ubica el laboratorio. En abajo eran miles los que impedían el paso de los espectadores. Yo me paseaba por el escenario toda campante, pero trabajando, por supuesto.
Hasta me di el lujo de subirme al estrado del jurado para tomar una buenas fotos, pero el tiempo no me favoreció, era ya casi de noche.
Allí arriba me encontré la profesora Elva, la profe Evangelina, el auxiliar Céspedes. Taba muy emocionada. Mi cole de cumpleaños. Y mis amigas ni se aparecieron.
A las otras celebraciones no pude ir por el trabajo. Pero tuve que enfermarme para ir al desfile. No me había cambiado bien bonita, así que preferí quedarme a tomar fotos.
Antes, me di una recorrida por donde estaban los chicos –encinianos- quienes estaban a una cuadra tomando cerveza y otros buscando a sus compañeros de promoción. Me había arrepentido de haber venido así, tan informal como para poder desfilar, pensé que me podría decir mis profes, pero luego, pensando en ustedes me tenía que ir a tomar las fotos.
Fue emocionante. La gente expulsaba vibras de alegría. Supongo que era fascinante ver a gente de 5 décadas desfilando por el aniversario.
Eran las 12 y 30 cuando había empezado el desfile. Los primero en aparecer fueron los integrantes de la banda, con la dirección del profe Aguirre, quienes se ganaron los aplausos de la gente que hizo un muro por más de una cuadra.
Poco a poco se parecían los encinianos. Primeros los actuales docentes quienes elegantemente vestidos marchaban por la calle al frente del municipio de la plaza de Armas. Ahí estaban muchos. Como el profesor Cirilo que era tan, pero tan exigente y otros más –si sigo nombrando a todos se aburrían-, luego los que ahora ya forman parte de la promoción Bodas de Oro.
Una bandera roja indicaba el inicio de los ex alumnos. Se veían tan contentos y orgullos los ex alumnos. Había gente muy reconocida, como el integrante de la Ocma Hernán Layme, el consejero regional Ángel Zapana, otros empresarios muy prestigiosos, ex autoridades, e incluso un periodista muy desenfocado que no me cae muy bien que digamos, ni se en que medio trabaja.
El recorrido se prologó por más de una hora y media. En esta se vio la presencia de un trío, es decir un papa enciniano con sus dos hijos encinianos que llevaban un banderín. Me alegró mucho verlos. Ellos acompañaban a su papá, que bonito fue.
Ya eran cerca de las 2 de la tarde y ya se avizoraban las últimas promociones. Era una lástima ver banderines sin delegación. Incluso mi promo, la 98 no estaban ahí desfilando. En ese momento casi caigo en llanto. Quise ir y así, toda huachafa, desfilar, pero ya era un poco tarde.
Al finalizar sólo atiné a comprar un libro, del profe Benito Mamani, que titula: NO HAY NO PUEDO PARA UN ENCINIANO. Me fui caminaod y llame a Walter Poma, quien estaba un poquito mal de salud y por ello no pudo venir a desfilar. La señorita que me alquiló su celular para hacer la llamada me preguntó si era del cole, y le dije qque si. Ahí ambas entablamos una conversación y vaya, amabas habíamos sido de la promo 98. se emocionó mucho cuando paso por ahí la banda del cole, de los ex alumnos.
Bueno creo que les conté algo poco. Seguro nos sacaremos un poco de tiempo para esta campaña del libro. Sería bueno implementar la biblioteca. Sería, la mejor herencia.
Chau chicos. Ya me tengo que ir a dormir. Colgaré las fotos en mi blog, en uno de estos días.
JULIACA, 7 de junio de 2008
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