Ni kamachaña en el carnaval juliaqueño

PATY CONDORI HUANCA

EL sonido de las matracas, en los ensayos previos al carnaval de Juliaca, animaba a muchos. Las canciones ya habían sido aprendidas para ser cantadas en los días de fiesta. Muchos nos hicimos compadres y sellamos esa amistad con vasos de cerveza, una bebida que es infaltable en estas festividades.

En las morenadas de por si, ya todos son compadres, y no porque haya compromiso alguno, más bien el mantener una amistad sincera. En los bloques, que en los últimos años se han incrementado, ese sentimiento se consolida aún más. Muchos hacen planes, juramentos, video clips y otras cosas más, para fortalecer ese sentimiento, supongo.

Mientras otros quemaban al ño carnavaón, que este año fue representado por los dueños de los bares de mala muerte, los compadres en los locales terminaban los ensayos, ya que al día siguiente empezaría la fiesta añorada.

Muchos se quedaron hasta altas horas y aprovecharon para hacer la recepción a las bandas musicales, ya que la mayoría vino de la hermana república de Bolivia, supongo que las traen porque componen mejores canciones o no sé qué tienen, y no quiero desmerecer a las peruanas.

Éste año a diferencia del año 2008, la madre naturaleza no se compadeció de los danzarines. Llovió casi todos los días y remojó las calles de la ciudad, pero no pudo impedir que por las arterias uno siga bailando, cantando y divirtiendo a la gente que nos acompañaba con los aplausos.

Las morenitas no se bajaban el sombrero ante la lluvia, y seguían moviendo las polleras con matraca en mano. Al fin y al cabo, “la vida es una sola y se tiene que disfrutar, porque cuando uno se muera ¿Qué cosa va llevar? Así cantaban los integrantes de la banda musical Proyección Murillos, y deben de tener razón. Ese tema llamó la atención de muchos y de mí, por supuesto. Plop.

El viernes no fue tan agradable para muchos, yo por ejemplo, no fui a participar al concurso. Aunque ya estuve ataviada con el traje, me quedé en la oficina viendo la transmisión por la televisión.

Don Roger me instó a que no fuera, porque éste vio como una danzarina se había ensuciado el traje y dijo que no era recomendable ir al local del cuartel, donde se llevaba el concurso y solo debería participar en la parada.

Si, don Roger tenía razón, pues luego pude comprobarlo, ya que vi cómo los danzarines de las sayas José Inclan hacían sus malabares para obtener mayor puntaje y para ello tenían que malograr su disfraz, ya que luego de culminar su participación, salieron como si hubieran ido a algún combate de guerra.

En ese momento muchas cosas pasaron por mi mente. Del porqué éramos tan desorganizados y porqué a veces los delegados o los de la Federación de Cultura y Arte FEDAC tenían que tomar las decisiones, que en muchas veces eran equivocadas.

Porqué se tenía que ir hasta Lima y Arequipa e invitar a los turistas para que sean parte del carnaval de Juliaca y no se contaba con un local o una plataforma de piedra y cemento donde se muestre un espectáculo de verdad y no ese bochorno, porque creo que esa impresión se han llevado los visitantes, al menos en ese día.

Le hice caso, no apresuré el trabajo y me que dé a ver a mi grupo desde la televisión.

Pero, no podía perderme del pasacalle que organizaron los comerciantes del mercado Túpac Amaru y así, luego de acabar con mi trabajo, alcancé a mi grupo y entré a la parada, donde nuevamente vi que no todo se hizo como se había previsto. Al parecer los expectantes no conocían de la resolución de la gobernación de Juliaca de número o57 que recomendaba a la gente a no jugar con los danzarines, ya que éstos echaban espuma a la mayoría que pasaba por el jirón Moquegua.

Ese día, nuestro grupo fue aplaudido por muchos, creo que esperaban que las morenos y las morenitas canten el tema: Ni Kamachaña, que en castellano quiere decir ni qué hacer. Ese fue el tema de los carnavales a mi parecer, pues muchos, como el alcalde de Juliaca, David Mamani, se animaron a entonarla. El burgomaestre calcetero gritaba. ¡Con qué derecho vienes tú, a suplicarme perdón! Con qué derecho si tú lo has hecho, por eso te lo he hecho yo. Algo así dicen sus letras.

Al terminar el recorrido entre la avenida Circunvalación, la alegría quería convertirse para muchas en angustia, aunque el jefe de la División Policial de Juliaca había indicado que se dotó de mayor cantidad de efectivos policiales para asegurar la fiesta, yo pude observar a varios grupos de muchachos que fijaban sus miradas en las joyas de las morenitas. Al parecer no se percataron que esa zona sería un buen lugar, para despojar de bienes a los danzarines, ya que muchos estaban entre copas.

El sábado ascendí al apu Huaynarroque un poco tarde en la compañía de mi hermano, quien llegó de Arequipa para ser parte de la fiesta. Le dije que me acompañara, porque ese día por el tumulto de la gente y lo empinado que es subir al cerro, podría caerme, exageré, pero podría ser víctima de los ladrones.

Ya en el lugar, mi hermano se antojó de comer algo, así que pedí un combinado de pastel de papa, escabeche, rocoto relleno y pollo dorado. Muchos se alimentaron, de seguro para resistir toda la tarde, ya que ese día es uno del más esperado. Muchos se embriagan y bailan hasta que los zapatos te dejen ampollas.

Otra vez, ese día, vi cómo un grupo de mujeres aprovechaba el tumulto para sacar las pertenencias de los turistas. Me sorprendió, no podía cómo gritar, talvez podrían azotarlas, aunque si se lo merecían, pero no habían los policías para decirles.

Llegar a la entrada del anfiteatro fue otra odisea. Ensuciamos nuestros zapatos, y mucho quedaron en el fango. En la salida fue otro caso, no había baños limpios, los silos colocados por Seda Juliaca estaban hechos un asco.

En el último día, el de la parada, llegué a la hora, aunque pensé que mi grupo pasaría a las dos y 30, ya que muchos habían demorado su participación. Mi hermana que acomodó su silla, dijo que hubo bastante distancia entre las agrupaciones. Entramos como a las cinco, y minutos antes, mis comadres me dieron un par de vasos para la fuerza, pero yo estaba animada más antes, pues ya los días previos, ya había aprendido los temas. Sí, así afónica, quería cantar: En tu camino yo he sido una más lalalalalala, no crean que estoy decepcionada.

Mi alegría nuevamente duró hasta el jirón San Martín, ya que la calle Mariano Núñez es muy angosta y las morenitas que hacemos cinco filas, no podemos mover bien las polleras y eso toma en cuenta el jurado para su calificación.

Pienso que los de la FEDAC deberían ponerse en nuestro lugar y no tomar las decisiones por buscar mayor dinero, porque desconozco qué se hace con el dinero recaudado de las ventas de entradas y el monto que entregan las empresas auspiciadoras.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
HOlas. Me parece o eres chelerita, en muchos de tus post he visto que hablas de la cerveza. Asi que un dia de esos te invitaré unas tres...jijiji. kilo, como le llamas tu. Comadre
Anónimo ha dicho que…
hola me gusto tu post nos vemos en el carnaval 2011 saludos . Nesttor mi correo es npaulc@hotmail.com

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